Viajar en tren tiene un añadido especial. Pocos medios de locomoción siguen envueltos en esa aureola de nostálgica elegancia como el ferrocarril, que permite disfrutar de los paisajes a una velocidad humana. Aunque los más modernos ya son capaces de circular a más de 350 kilómetros por hora, la recuperación de viejos vagones y locomotoras y la desempolvadura de recorridos míticos ha dado alas al turismo ferroviario.
Del altiplano de Perú a los fiordos noruegos y de las selvas de Malasia a los Pirineos, míticas rutas ferroviarias en las que el viaje es tan importante como el destino.
¡¡Pasajeros al tren!!
El Mundo entre raíles
Viajar en tren tiene un añadido especial. Pocos medios de locomoción siguen envueltos en esa aureola de nostálgica elegancia como el ferrocarril, que permite disfrutar de los paisajes a una velocidad humana. Aunque los más modernos ya son capaces de circular a más de 350 kilómetros por hora, la recuperación de viejos vagones y locomotoras y la desempolvadura de recorridos míticos ha dado alas al turismo ferroviario.
Del altiplano de Perú a los fiordos noruegos y de las selvas de Malasia a los Pirineos, míticas rutas ferroviarias en las que el viaje es tan importante como el destino.
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El Mundo entre raíles
Viajar en tren tiene un añadido especial. Pocos medios de locomoción siguen envueltos en esa aureola de nostálgica elegancia como el ferrocarril, que permite disfrutar de los paisajes a una velocidad humana. Aunque los más modernos ya son capaces de circular a más de 350 kilómetros por hora, la recuperación de viejos vagones y locomotoras y la desempolvadura de recorridos míticos ha dado alas al turismo ferroviario.
Del altiplano de Perú a los fiordos noruegos y de las selvas de Malasia a los Pirineos, míticas rutas ferroviarias en las que el viaje es tan importante como el destino.